El domingo 14 de diciembre, subimos hasta la cima de Olazar, en la sierra de Badaia. Fue un día bastante gris, pero en el que nos lo pasamos genial. Y además, tuvimos una sorpresa. ¡Nos encontramos con el Olentzero, que nos saludó y nos dio un regalo a cada niño!
Quedamos en la iglesia de Hueto Arriba.
Los peques, los más rápidos.
Casi todo el camino era de piedras.
Algunos enseguida empezaron a necesitar ayuda.
Es otoño y se nota. Hay setas por todas partes.
Tres montañeras y al fondo, Vitoria.
Con cinco años, cualquier piedra puede convertirse en un GPS.
Y con dos, cualquier sitio puede convertirse en una cama (siempre que mamá esté cerca, claro).
Un posado justo antes de la cima
Tuvimos buena compañía.
Y, por fin, la cima.
¿Dónde se habrán metido mis brazos?
¿Y mis orejas?
Llega el momento más esperado, la hora del bocata.
La mitad del camino, y sin despeinarnos.
Una canción desde lo alto.
Y, muy cómodamente, todos para abajo.
Cuesta abajo se va mucho más rápido.
Al final, llovió un poco, pero íbamos bien preparados.
En poco tiempo, llegamos al punto de partida..
Y la gran sorpresa, ¡apareció Olentzero!
Que además, nos trajo un regalo.
